domingo, 27 de marzo de 2011

22/12/2010 Superando las barreras de la inteligencia

Hoy hemos tenido la primera exposición de clase en la que un grupo de compañeros nos cuanta la situación, contexto, necesidades educativas y recursos sobre un determinado colectivo que puede requerir una intervención educativa. El primer colectivo que nos han presentado es el de niños superdotados.

Existen muchos conceptos relacionados con este tema, superdotación, talento, precocidad, altas capacidades...A pesar de que cada uno tiene su matiz, en general la superdotación engloba una serie de características comportamentales adaptativas diferenciadas y ejecuciones en diversas áreas de la actividad humanas, del saber y del hacer , haciendo que esa persona tenga un perfil cognitivo que presenta altos valores.

Cuando hablamos de superdotación, hay que partir de una concepción múltiple de la inteligencia, distinguiendo diferentes áreas. Según Renzulli en su teoría de los Tres anillos (1978) en la intersección de tres áreas como son una alta motivación, altos niveles de creatividad y alta capacidad intelectual, serían el origen de la superdotación.

¿Por qué la necesidad de la intervención con este colectivo?

A priori podríamos pensar que una persona con altas capacidades intelectuales no debería tener ninguna necesidad educativa. Sin embargo, el desarrollo de cada persona y sus capacidades se va conformando y adaptando según el contexto y los agentes socializadores que lo rodeen (y de ahí la importancia de la intervención con menores), por lo que no dar respuesta a las necesidades tanto educativas como sociales y psicológicas de una persona con altas capacidades puede provocar un desajuste que revierta en un problema más grave (fracaso escolar, acoso, frustración, baja autoestima...)

Dado que los marcos sociales son fundamentales para desarrollar los procesos evolutivos de cada persona, considero que para acercarnos a la intervención educativa de este colectivo habría que basarse en la teoría que plantean Mönks y Van Boxtel (1988), completando la de Renzulli. La importancia de agentes como la familia, la escuela y el grupo de iguales radica en que las necesidades educativas que presenta este colectivo están ligadas a esos ámbitos.

¿Qué necesidades educativas encontramos en este colectivo?

Podemos descartar tres necesidades psicoeducativas en relación al desarrollo del niño. En primer lugar encontramos, en cuanto al área psicomotora, ciertas dificultades. Los niños con altas capacidades suelen ser precoces en esta área, sin embargo, su interés a medida que avanza su desarrollo, disminuye para centrarse en cuestiones que implican un desarrollo más cognitivo, por encima de su edad cronológica. Esto, en los primeros años de vida, donde desde la escuela se desarrollan actividades principalmente motoras, influye en ocasiones en que el niño, al ver que su nivel de competencia está por debajo de la de sus compañeros, se automarginará del grupo de iguales. Esto influye en su proceso de socialización.

Por otra parte, en el área académica, encontramos que existe un alto nivel de aburrimiento y bajo rendimiento escolar.

Por último encontramos, en el área social y afectiva encontramos que, debido a la situación en la que se encuentran muchos de estos niños, al no ser comprendido ni por sus compañeros ni por los adultos suelen tener problemas en relación a la soledad, la indisciplina y déficits en habilidades sociales.

Intervención educativa

La intervención educativa que se lleva a cabo con este colectivo se centra en dos vías. Una desde los mismos centros escolares que proponen una flexibilización de los contenidos y actividades curriculares, ya sea mediante la anticipación de curso o reducción de los años de permanencia en la educación obligatoria.

Por otra parte encontramos el agrupamiento como aquel recurso en el que se forman grupos durante determinadas horas del día, facilitando la experiencia de aprendizaje entre ellos, con unas capacidades diferentes a las de sus otros compañeros.

Para terminar encontramos el enriquecimiento. Se trata de un modelo que planeta una intervención educativa individual pero en grupos en los que el trabajo se basa en la ampliación de los contenidos que interesan al niño, trabajar con especial dedicación los objetivos de la socialización y habilidades comunicativas y la búsqueda de interconexiones entre los contenidos y su aplicación.

Para terminar esta entrada voy a exponer mi opinión respecto a la intervención educativa con niños superdotados o con altas capacidades. En primer lugar me gustaría destacar que conocía poco la situación de este colectivo y me parece interesante conocer situaciones que se escapan de lo que normalmente podemos ver en clase. Por otro lado, creo que la detección y la identificación correcta de los niños con altas capacidades es un aspecto fundamental a la hora de intervenir ante problemas de desadaptación que puedan afectar al niño. Sin embargo, también opino que, aunque sea tremendamente inteligentes, no dejan de ser niños, por lo que se puede trabajar con ellos sin tener que sobrecargar su estimulación, que a su vez puede afectar a otros ámbitos que dificulten, en vez de mejorar otros aspectos. Otra cuestión que considero importante es que las estrategias educativas se centran en sacar al niño de su grupo de iguales para trabajar con él concretamente. Aunque entiendo que la dificultad de determinar cuál es su grupo real de iguales es un aspecto a tener en cuenta, las necesidades de estos niños se centran en la escuela y el grupo de iguales, por lo que las estrategias deberían enfocarse a enriquecer estos aspectos, que son las verdaderas carencias y no sólo los aspectos que ya posee. El aprendizaje dentro del mismo aula ofrece más riqueza que la separación, ya que, al menos en mi opinión, hay más diversidad y los propios niños pueden aprender unos de otros, lo que les falta a unos lo pueden aportar otros, convirtiendo la escuela en un lugar no sólo de conocimiento sino de aprendizaje.

sábado, 19 de marzo de 2011

21/2/2011 Programa de Atención a la Familia y la Infancia

El último seminario ha tenido por temática la intervención desde los Servicios Sociales Comunitarios con infancia y familias.

En primer lugar, para contextualizar el tema, hay que hacer referencia a la legislación que regula la protección y la intervención con menores y familias, ya que hay que conocer el marco legal en el que nos situamos. Podemos encontrar una normativa estatal que sientas las bases del derecho, aunque eminentemente, orientativo de las políticas que desarrollan las comunidades autónomas. Por ello, para conocer las prestaciones y recursos que ofrecen los Servicios Sociales hay que analizar normativa como el Estatuto de Autonomía (competencias propias en menores, juventud y personas mayores), Ley 2/1988 de Servicios Sociales de Andalucía (destinatarios, objetivos y ámbitos de actuación) y Plan Concertado (prestaciones básicas de los Servicios Sociales y criterios de planificación).

De forma más concreta, podemos analizar la intervención pública en este ámbito, a través de los servicios y prestaciones que ofrece la comunidad andaluza. Los Servicios Sociales Comunitarios en Andalucía se gestionan a través de 4 servicios como son: Servicios de Información, Valoración, Orientación y Asesoramiento, donde se llevan a cabo las primeras atenciones y prestaciones a la población, así como los contactos con los demás recursos sociales; Servicio de Ayuda a Domicilio, que se encarga de la atención en el ámbito doméstico, social y de apoyo personal a familias y personas con el objetivo de facilitar una autonomía en su medio habitual; Servicio de Convivencia y Reinserción Social cuyo objetivo es la incorporación de todos las personas a la vida comunitaria y el Servicio de Cooperación Social. En el que se apuesta por la promoción y potenciación de la vida comunitaria, impulsando el asociacionismo. Todos estos servicios quedan regulados según el Decreto 11/1992, de 28 de enero, por el que se establecen la naturaleza y prestaciones de los servicios sociales comunitarios. Dentro de los Servicios Sociales pero como servicio exterior y especializado encontramos los Equipos de Tratamiento Familiar (ETF) como aquel recurso destinado a atender a las familias que tengan algún problema o estén en riesgo de exclusión social.

Dentro de uno de estos servicios, en el de Convivencia y Cooperación Social, se encuentra un programa dirigido a la atención a las familias y la infancia (PAFI). Este servicio tiene por objetivo la atención a núcleos familiares en los que se encuentren menores de edad. Ante una situación o circunstancias, concretas o generales, de dificultad que impiden el crecimiento individual inadecuado de sus miembros o en su conjunto como tal, influyendo en su pleno desarrollo y su integración social actúa el Programa de Atención a la Familia y la Infancia. A través de este programa se pretende dar apoyo económico, social, educativo y psicológico para superar las situaciones de dificultad o crisis, siendo los equipos multidisciplinares el “instrumento” más adecuado en la intervención. Estos equipos están compuestos por un trabajador social, un educador social y un psicólogo generalmente. A pesar de que la ponente resaltó la escasa presencia del educador social en muchos de los servicios sociales a continuación voy a destacar las funciones propias tanto del educador como del trabajador social, en los Programas de Atención a las Familias y la Infancia.



Una vez expuesto el funcionamiento general de los servicios y prestaciones, pasamos a tratar los diferentes modelos y teorías que se pueden utilizar en la intervención socioeducativa con las familias y la infancia. Uno de los modelos más nombrados durante la conferencia fue el modelo sistémico, por lo que a continuación intentaré explicar brevemente en qué consiste dicho modelo.

El modelo sistémico, aplicado a la familia, no se centra en analizar las características o formas del comportamiento ni sus manifestaciones individuales sino que se centra en las interacciones de los componentes cuando aparecen las conductas y las funciones que tienen éstas en la composición/estructura familiar. En esta estructura se sitúan todos los patrones de conducta familiar por lo que los trastornos del comportamiento se consideran, según este modelo, una función de las relaciones humanas, pero nunca de los individuos inadaptados. La intervención según este modelo, sería el cambio, ya sea de la estructura familiar, de los canales de comunicación, de las interacciones...A continuación podéis ver un gráfico que representa la intervención familiar con el modelo sistémico extraído de “El modelo sistémico en el trabajo social familiar. Consideraciones teóricas y orientaciones prácticas” escrito por Manuela Palomar Villena y Esperanza Suárez Soto publicado en Alternativas: cuadernos de trabajo social, ISSN 1133-0473, Nº. 2, 1993, pág. 174