lunes, 30 de mayo de 2011

23/3/2011 ¿Y si hoy no pudieras comunicar lo que sientes?

El siguiente tema que hemos tratado en clase ha sido sobre el Autismo. En primer lugar, por autismo se entiende como un trastorno neuropsiquiátrico del desarrollo que se manifiesta durante la infancia. Se caracteriza por la no aparición (o su aparición diferencial) de algunos aspectos básicos del desarrollo como las competencias para relacionares, comunicarse o cómo comportarse con los demás. Debido a la diversidad clínica y social de las personas con autismo, se utiliza el término Trastorno del Espectro Autista (TEA) de forma más genérica, incluyendo el Trastorno Autista de Kanner, el Síndrome de Asperger, el Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado, el Trastorno Desintegrativo Infantil y el Sindrome Rett.

En general, se trata de un colectivo, que aunque heterogéneo, destaca por una serie de alteraciones importantes y que constituyen factores de riesgo. Podemos destacar:

-Alteraciones en la interacción social: presentan dificultades para ajustar su comportamiento al de los demás, no suelen entender muy bien las normas sociales. También suelen tener problemas para compartir el mundo emocional, los pensamientos e intereses. Esto genera aislamiento social, sobre todo en la etapa infantil, pudiendo atenuarse con el desarrollo y la adquisición de nuevas competencias

- Alteraciones en la comunicación: un porcentaje importante de las personas con autismo no llegan a desarrollar el lenguaje y en los casos en los que sí se desarrolla, frecuentemente se encuentran características como la ecolalia, perseveración, inversión pronominal, etc. Además, esto se acompaña de la pobreza o ausencia de comunicación no verbal.

- Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades: las personas con autismo presentan intereses especiales que no suelen compartir con los demás. También pueden padecer movimientos corporales estereotipados. En la infancia, el juego tiende a ser repetitivo y de forma, a lo largo de su vida, pueden sufrir ansiedad ante los cambios en las rutinas.

De esta forma podemos destacar que el origen de la vulnerabilidad de este colectivo es doble, ya que por un lado existen ciertas enfermedades que afectan al cerebro que se presentan con mayor frecuencia en este colectivo. Por otro lado, el tener que adaptarse a un entorno que no comprenden o no está adaptado a sus necesidades puede generar otros problemas como ansiedad, conductas violentas, obsesiones, trastornos del sueño, etc.

Desde el análisis de la evolución del autismo por etapas podemos distinguir:




Una vez expuestas las características del colectivo es importante atender a cómo se da respuesta a las necesidades de las personas con autismo. En primer lugar, me gustaría destacar que existe un consenso internacional sobre que la educación y el apoyo social son los principales medios de intervención ante el autismo.

Para poder abordar perspectiva educativa con este colectivo hay que tener en cuenta la necesidad de que la intervención sea temprana e intensiva, generando situaciones que permitan el aprendizaje continuo. También destaca la necesidad de que el aprendizaje esté muy estructurado.

En cualquier caso, es importante determinar un plan individualizado acorde a los intereses del niño (o fomentándolo inicialmente). Algunas de las estrategias a utilizar a menudo con un calendario predecible, enseñando tareas fraccionadas en pasos sencillos, implicando activamente al niño en actividades altamente estructuradas y reforzando de maneras variadas su comportamiento.
Un recurso muy utilizado en la intervención con este colectivo son los pictogramas. Su utilización se aplica tanto para mejorar la comunicación de estas personas como para proporcionar una estructuración del tiempo con el fin de reducir la ansiedad, aumentar la tranquilidad y la motivación de los niños.

La participación de los padres se ha identificado como un factor fundamental para el éxito y la familia debe coordinarse con el profesorado y otros profesionales de apoyo a la hora de determinar objetivos y sistemas de apoyo. Esto contribuye a mejorar su autonomía sobre todo en la adolescencia y la adultez, a través de la adquisición de hábitos de higiene y aseo personal, alimenticios, etc.

Tras esta exposición, ha mejorado considerablemente la visión que tenia de este colectivo, ya que conocía el trastorno en sí, pero no de forma concreta cada una de las alteraciones que conlleva. En mi opinión, el hecho de que la problemática de este colectivo afecte concretamente al plano relacional y la comunicación de una forma tan directa agrava su situación. Sin embargo, a pesar de ello, también es importante tener en cuenta el papel de la educación para mejorar la vida de estas personas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

16/3/2011 Mujer y mercado laboral

Desde una perspectiva histórica, la mujer ha estado subordinada a la hegemonía del hombre en el modelo familiar, cultural y social de forma tradicional. Esto la ha situado en una posición de desigualdad respecto al hombre y su consiguiente falta de participación en muchos ámbitos de la vida social. El mercado laboral es una de las expresiones de socialización en la vida de cualquier persona, sin embargo el acceso a éste por parte del colectivo femenino siempre ha estado más limitado.

Existen numerosas teorías que intentan explicar esta situación de desigualdad entre géneros. Unos alegan diferencias entre la propia naturaleza y visión del mundo que tiene cada sexo, otros apuestan por que las diferencias son fruto de la propia estructura desigual de la sociedad, mientras que otros apelan al modelo patriarcal como forma de poder que excluye a la mujer. Sea cual fuere la razón que genera la exclusión de la mujer del mercado laboral, es una realidad que existen diferencias considerables entre la situación laboral de un hombre y las de una mujer. En la actualidad nos encontramos con:

- Las mujeres tienen mayor dificultad en el acceso al mercado laboral y existe un nivel de paro considerablemente mayor que entre los hombres.

- Una mujer, aún teniendo la misma formación y desempeñando las mismas tareas que un hombre, percibe un salario menor.

- Existe una mayor precariedad laboral en los sectores de ocupación donde existe una mayor presencia femenina.

- El acceso a los puestos laborales de responsabilidad se monopoliza entre el género masculino, dejando a las mujeres fuera del alcance de la mayoría de los cargos de responsabilidad. Esta dinámica recibe el nombre de techo de cristal

Con estos datos podemos ver como la situación de las mujeres en el mercado laboral es bastante precaria en comparación a la de los hombres. Desde las políticas inclusivas de la mujer en el mundo laboral hasta las perspectivas transversales de género que se están incorporando a muchos ámbitos intentan mejorar la situación de desigualdad en la que se encuentra la mujer.

En relación con esta problemática me gustaría destacar la feminización de pobreza como un fenómeno que plasma la dificultad añadida con la que cuentan las mujeres, principalmente por la falta de acceso a los recursos económicos, educativos, y como hemos visto, también laborales. Con esto vemos como ser mujer, se va perfilando como factor de riesgo para caer en la exclusión social.

Para terminar, otro concepto muy relacionado con la inserción de la mujer en el mercado laboral, es de la conciliación de la vida laboral, familiar y personal. Como ya hemos dicho, los roles de género asociados a las mujeres se relacionan directamente con el ámbito doméstico, por lo que, con el acceso de la mujer al mercado laboral se ve influido por estos roles. La conciliación se perfila como el reparto equitativo y la armonización de los tiempos personales, laborales, familiares y sociocomunitarios de mujeres y hombres. Este planteamiento pretende por un lado, desarrollar una distribución equitativa de los trabajos del ámbito doméstico entre hombres y mujeres, y por otro lado, facilitar el acceso al mercado laboral de estas últimas.

En mi opinión, la conciliación es un aspecto importante a desarrollar para mejorar la situación de desigualdad en la que se encuentran muchas mujeres a la hora de poder acceder al mercado laboral y desarrollar su vida personal, no sólo familiar. Sin embargo creo que es fundamental, para poder hablar de conciliación, hay que partir de la corresponsabilidad. Es decir, hay que generar un cambio en los propios roles asociados a hombres y mujeres para poder alcanzar una verdadera conciliación laboral, familiar y personal. En este sentido, el educador social juega un papel fundamental para cambiar esta percepción de los roles de género.

miércoles, 11 de mayo de 2011

2/3/2011 Violencia de género

La violencia de género se entiende como todo acto de violencia que tenga como resultado el daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, así como amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad del hombre hacia la mujer. De esta definición tenemos que partir del análisis del género como concepto en sí.

El género es aquel conjunto de roles socialmente determinados (mujer y hombre), asociados a un determinado sexo biológico (femenino y masculino). La importancia de este concepto radica en que en muchas ocasiones, la percepción tradicional de los roles y las responsabilidades de las mujeres, las sitúa a un nivel inferior que a los hombres, por lo que esta idea de superioridad y hegemonía de la autoridad del varón subyace a muchas situaciones de violencia de género.

Este tipo de violencia se genera en el ámbito doméstico, es decir es ejercida por el marido o la pareja de la mujer. Sin embargo el concepto de violencia doméstica abarca, tanto la violencia del hombre a la mujer como de la mujer al hombre, mientras que la violencia de género, solamente contempla la dirigida al sexo femenino, ya que parte de la concepción de ser un tipo de violencia que tiene como víctima a la mujer por el simple hecho de serlo.

Son muchas las razones que pueden llevar a una mujer que sufre el maltrato a aguantar esa situación. Existen diferentes teorías que intentan explicar el por qué y una de las más importantes es la de el Ciclo de la violencia. Dicha teoría consiste en tres fases: la primera llamada de acumulación de tensión, comienzan los conflictos en la pareja y se producen cambios repentinos e imprevistos en el estado de ánimo del agresor, comenzando las reacciones agresivas a sus frustraciones o ante cualquier señal de independencia que manifieste la mujer. La segunda fase recibe el nombre de explosión de la violencia y surge tras la tensión acumulada en la fase anterior surgiendo la violencia de distintas formas e intensidad. La última fase recibe el nombre de luna de miel, siendo la fase de manipulación afectiva en la que disminuye la tensión, el agresor pide perdón, reconocer su culpa y promete que no volverá a suceder. Resurge así la relación, pero sólo como una etapa que volverá a la acumulación de tensión.

Existen otras teorías que explican la posible aceptación de la mujer de la situación de maltrato, a la vez que junto a la teoría anterior, aparecen nuevas formas de violencia que consolidan el sistema de domino del agresor. Algunas de estas teorías son la Teoría de la unión traumática, en la que el agresor fomenta la dependencia de su víctima, haciendo que poco a poco esta se vuelva más sumisa y llegue a sentirse identificada con el pensamiento y las acciones del maltratador. También podemos destacar la teoría del síndrome de acomodación al abuso que explica como las personas que han convivido con situaciones de violencia llegan a interiorizarla como un patrón normalizado de conducta, pudiendo desarrollarse en el futuro tanto en el agresor como en la víctima, considerándose un factor de riesgo en la infancia.

Una vez explicadas las distintas teorías de cómo se puede generar la violencia de género también hay que diferenciar entre las tipologías de maltrato, es decir, los actos o conductas que se consideran violencia de género. Encontramos los siguientes:

  • Abuso físico: cualquier muestra de agresión que implique golpes.
  • Abuso emocional, verbal o psicológico: es aquel en el que el agresor aísla, controla, prohíbe, rebaja la autoestima, culpabiliza, humilla, ridiculiza, insulta, amenaza a su víctima.
  • Abuso sexual: Se basa en comportamientos tales como: exigir verbalmente relaciones sexuales, castigar a la mujer si no accede a ellas, introducción a la fuerza de miembros corporales u objetos en la vagina o en el ano, obligar a la mujer a practicar una felación, a ver pornografía, a adoptar posturas degradantes.
  • Abuso ambiental: Es el resultado de destruir el entorno, golpear y romper objetos, esconder o romper los objetos de trabajo o de estudio de la mujer, no respetar su correo, arrojar sus cosas a la calle, impedir el descanso.
  • Abuso económico: Consiste en conductas tales como: limitar o retener el dinero, ocultar ganancias, no proveer a las necesidades de la familia proporcionalmente a los ingresos, tomar decisiones unilaterales en cuanto a gastos considerables, obligar a justificar gastos, ocultar bienes gananciales.
La violencia de género provoca efectos en la salud de cualquier mujer que la sufra desde una perspectiva completa del concepto de salud. Es decir producirá efectos sobre el estado físico, psicológico y social de la persona. Desde esta última perspectiva, siendo este nuestro ámbito de trabajo, la salud social de una mujer víctima de violencia de género se pueden producir el aislamiento, la desconfianza, la desvalorización la pérdida de la identidad personal, la dificultad para establecer relaciones sociales en el futuro y/o el desarrollo de sentimientos de culpa y vergüenza que conduce al ocultamiento con la consiguiente falta de acceso a el apoyo y los servicios institucionales. Hay que hacer una mención especial (desgraciadamente) al efecto social de la presencia de menores en situaciones de violencia de género, ya que es un factor de riesgo para el desarrollo futuro de conductas relacionadas con la violencia, ya sea como víctima o como agresor.

¿Cómo se está interviniendo con este colectivo?

La intervención se desarrolla a través de diferentes niveles y áreas de actuación. En primer lugar, respecto a la prevención, se desarrollan estrategias para la igualdad de hombres y mujeres así como sensibilizar a la población en general, en la visibilización del problema para la identificación y denuncia de situaciones de violencia de género tanto como actores como observadores.

En segundo lugar, la intervención más directa respecto a las víctimas de violencia de género se puede distinguir entre la intervención asistencial que abarca desde el ámbito económico como el social, el psicológico y el jurídico como la intervención educativa, el empleo y el desarrollo de las relaciones sociales y redes de apoyo.

También es importante destacar la intervención que se debe llevar a cabo con el maltratador, ya que, en este caso predomina la perspectiva psicológica y educativa, no asistencial. Por ello es importante, siempre y cuando la mujer exista un buen sistema de protección a la mujer que sufra maltrato de género, trabajar con el maltratador, ya que es la raíz de donde surge la violencia de género y por lo tanto, se puede erradicar el problema de fondo.

domingo, 8 de mayo de 2011

¿Consumo responsable?

Cuando hablamos del consumo de drogas es importante diferenciar entre el uso y el abuso, ya que en muchas ocasiones es la delgada línea que los separa la que puede marcar la diferencia entre un consumo consciente y responsable y una adicción.

En primer lugar me gustaría destacar que ninguna conducta que afecte de forma negativa al sistema biológico, psicológico y/o social de una persona es positiva y deba fomentarse. Sin embargo, tampoco es positiva la negación absoluta ante el consumo de drogas. No se puede generalizar a la hora de hablar de estos temas, y menos aún cuando es un tema tan delicado y una problemática tan grande para muchas personas, sin embargo creo que es posible trabajar para el consumo responsable.

Entiendo como consumo responsable, aquella actitud que ante la evidencia de la existencia de las drogas y su incidencia sobre la población apuesta por la información y la reducción de riesgo como la mejor herramienta para enfrentarse al consumo de drogas. Se trata de una forma de intervenir de una forma más cercana a la realidad siempre y cuando no exista una dependencia de la sustancia, ya que en ese caso, no es posible trabajar para un consumo responsable, sino para desintoxicación y la deshabituación de la sustancia y la convivencia diaria con una adicción y su existencia en la realidad social.

Por eso mismo es importante diferenciar entre el uso y el abuso, entre el consumo y la dependencia, ya que no se puede intervenir de igual forma ante una problemática cada vez más dinámica, con nuevos perfiles, tipos de consumo, etc. Ante una nueva realidad, también hay que buscar nuevas estrategias para intervenir educativamente. En la actualidad, no nos enfrentamos ante el perfil de una persona marginada con un consumo abusivo de drogas como la heroína y su consecuente deterioro físico tan visible y “estigamtizable” por la sociedad. Ahora muchas personas consumidoras están completamente integradas, social, familiar y formativo o laboralmente. Es más difícil identificar una situación de consumo de riesgo. Por ello creo que la reducción de riesgos y daños es un filón importante en el que trabajar, coexistiendo con otros recursos igual de importantes, pero que dejan fuera a muchas personas. Desde esta perspectiva se integran con medidas que tienen una mayor incidencia que las campañas de prevención y que a la vez permiten intervenir con una determinada población diana que queda excluida de otros recursos por no adecuarse a su perfil y sus necesidades.

A continuación os dejo un video de una asociación (Energy Control) que realiza intervenciones de tipo preventivo enfocadas a un consumo responsable y la minimización de riesgos como ejemplo de la diversidad de estrategias a utilizar para llegar a la población destinataria de forma más cercana y en los lugares donde se produce el consumo.


jueves, 5 de mayo de 2011

16/2/2011. Adicciones, problemas universales

La siguiente exposición de clase ha tenido por temática las adicciones como aquellas dependencias que influyen de forma negativa en el comportamiento de una persona. A la hora de abordar esta temática se ha enfocado principalmente a la intervención con los adolescentes.

En primer lugar, me parece interesante destacar que, tal y como explicaron los compañeros, las adicciones exceden a lo que entendemos por el consumo de drogas (legales o ilegales) y abarcan otras realidades en la que existe una dependencia como puede ser la ludopatía, la cleptomanía o las nuevas tecnologías. De estas ideas, lo que se desprende es que una adicción no tiene porqué llevar implícito el consumo de una sustancia sino una dependencia que implica un determinada conducta, ya sea el consumo de drogas o la compra compulsiva.

El análisis de las adicciones desde la perspectiva de la intervención con adolescentes tiene su sentido si tenemos en cuenta en que es en esta etapa en la que muchos jóvenes tienen su primer contacto con determinadas drogas. En este sentido, podríamos destacar las motivaciones personales como un factor que incide en las adicciones. La O.M.S señala que en el inicio y el mantenimiento del consumo de drogas aparecen con frecuencia motivos como la satisfacción de la curiosidad sobre los efectos de la droga, aceptación del grupo, expresar independencia, hostilidad o rebeldía; necesidad de evasión… en cualquier caso, este tipo de consumo de forma experimental es el primer contacto con las drogas y otras adicciones. Sin embargo, este consumo experimental puede convertirse en un consumo habitual o en un abuso del consumo con las consecuencias físicas (deterioro físico, repercusiones neurocerebrales), sociales (abandono de relaciones familiares), educativas y formativas, etc. que conllevan.

A pesar de que el perfil de una persona adicta es cada vez más variado y la influencia del contexto en el que se desenvuelva un factor de riesgo en muchas ocasiones, en general, una persona que acabe desarrollando comportamientos adictivos suele presentar una dependencia afectiva, labilidad afectiva, baja autoestima, incapacidad de futurizar, agresividad y egocentrismo, habilidades sociales deficientes y escasa tolerancia a la frustración y en ocasiones, la identificación con su rol sexual. Sin embargo, en España el perfil de las personas adictas a cambiado considerablemente hacia una persona más integrada y con menor deterioro físico, a la misma vez que se modifican los patrones de consumo (experimental, de fin de semana…), y se amplían las tipologías de adicciones.

También me gustaría destacar una tipología de adicción que han destacado los compañeros durante su exposición y que ha llamado la atención de muchos de nosotros. La codependencia según han explicado, sería una adicción a los problemas de los demás. Sin embargo, a pesar de que formalmente implica un componente emocional, psicológico y comportamental, como se reflejan en todas las adicciones, creo que la codependencia no es una adicción como tal, sino más bien, se genera como resultado de una larga exposición a normas o relaciones opresivas dentro de un marco en el que existe un vinculo afectivo. Ejemplo de ello seria, que la codependencia emocional es uno de los aspectos que casi siempre está presente en el perfil psicosocial de muchas mujeres que presentan problemas de drogas u otras adicciones.

¿Cómo se interviene con este colectivo?

En el ámbito de las adicciones y las drogodependencias, las intervenciones educativas se centran en primer lugar en la prevención. Dirigidas a la población en general como las campañas de sensibilización o más enfocadas a los grupos de riesgo como las que se llevan a cabo en el ámbito escolar, la prevención primaria es uno de los aspectos más desarrollados a la hora de intervenir en este ámbito, sin embargo están teniendo una incidencia menor de la esperada. Una cuestión polémica respecto a la prevención sería la edad de inicio de la misma. En mi opinión, las campañas de prevención no deben iniciarse desde edades demasiado tempranas de forma indiscriminada, ya que si se pretende atender a un problema, debe de existir un factor de riesgo, ya que si no, la propia prevención se puede convertir en un factor de riesgo en lugar de ser un factor de protección.

Una vez que ya existe el consumo o la adicción, se ponen en funcionamiento otros recursos que pueden orientarse a desarrollar un consumo responsable o por el contrario, terminar con la adicción. Estas últimas serían todos aquellos recursos destinados a la desintoxicación y la deshabituación, ya sea a través los diferentes programas de tratamiento o las comunidades terapéuticas, cuyo fin es terminar con la adicción física y psicológica respecto a la sustancia o determinadas conductas. El otro planteamiento principal que sigue la intervención ante las drogodependencias se basaría en la reducción de riesgos y daños. Según este planteamiento, una vez que se ha iniciado el consumo de determinada sustancia, la solución no es oponerse de forma abierta al consumo, sino trabajar para que los riesgos y los daños se minimicen en la medida de lo posible. En este sentido estaríamos hablando de un tipo de prevención terciaria en la que se pretende fomentar el consumo responsable, o al menos con la mayor información posible sobre los riesgos que puede entrañar el consumo de drogas.

Para terminar, respecto al papel del educador social en este ámbito, en muchas ocasiones su presencia queda supeditada a los planteamientos y principios de la asociación en la que trabaje. Generalmente, desarrollan un papel bastante secundario, no por falta de capacidad o formación, sino porque existen otros perfiles profesionales que tienen una mayor presencia como los psicólogos y los trabajadores sociales. Aunque en muchas ocasiones son otros profesionales los que realizan las funciones del educador social o el educador social realiza funciones propias de otros perfiles creo que es importante aumentar la presencia de los educadores sociales en este ámbito, ya que en mi opinión, existen líneas de actuación que les permiten desarrollar funciones muy importantes, ya que la perspectiva educativa es fundamental en la intervención ante las adicciones.

miércoles, 4 de mayo de 2011

¿¡¿Bullying beneficioso para el desarrollo infantil?!?

Buscando información sobre el Bullying para completar mi entrada sobre esta temática encontré este artículo de prensa en el que se recogen las afirmaciones de Helene Guldberg, profesora y doctora en psicología, que destaca que el bullying sería parte de la experiencias del desarrollo infantil y que las bromas y conflictos cotidianos pueden ser y deben ser resueltos sin la intervención de los adultos. (Si queréis leer el artículo, podéis pinchar sobre la foto y se ve más grande)

Las razones que enarbola como coherentes se basan en que “si tratamos a los niños como si ellos mismos no fuesen capaces de hacer frente a experiencias dañinas, entonces probablemente estamos mermando su confianza en el futuro, de hecho les impedimos crecer.”

A pesar de que su campo de investigación es la psicología y ese no es nuestro ámbito de trabajo creo que estas afirmaciones no tienen en cuenta la verdadera realidad del bullying y sobre todo, hacen mucho daño al trabajo que realizan muchas personas para afrontar esta problemática. En primer lugar, cuando hablamos de bullying hay que tener en cuenta que no se trata de una situación de un conflicto o violencia escolar, que ya de por sí es grave, sino que se trata de un tipo de maltrato que se produce en el seno de una relación interpersonal con un fuerte desequilibrio de poder y con la participación de otros actores (activos o pasivos) que mantienen esta situación. Es decir, no se trata de un conflicto que pueda surgir entre dos compañeros de clase en un momento determinado sino que la víctima del acoso escolar sufre un acoso prolongado que puede ir desde el insulto, el rechazo, la intimidación y la agresión. Cualquiera que sea el tipo de maltrato, nunca beneficia a nadie soportar, participar o estar presente ante una situación así.

Desde la perspectiva educativa que tenemos que tener en cuenta a la hora de abordar cualquier temática, no creo que en ningún caso la violencia favorezca el desarrollo psicológico y la autoestima de nadie. También es muy importante tener en cuenta que las consecuencias de una situación de acoso escolar no sólo afectan a la víctima, sino también al acosador, por lo que si no se interviene ante el bullying, las consecuencias psicológicas y sociales para ambos pueden afectar al futuro desarrollo de forma muy negativa, por ejemplo, manteniendo las conductas violentas en el tiempo y excediendo el contexto escolar así como un desajuste importante de las habilidades sociales y la autoestima.

En cualquier caso, me gustaría destacar que las afirmaciones que hace esta psicóloga, aunque sea una postura tan legítima como cualquier otra, no creo que beneficien en ningún caso a los niños que sufren acoso escolar, a aquellos que son acosadores, a la comunidad escolar y a la sociedad en general.