Cuando hablamos del consumo de drogas es importante diferenciar entre el uso y el abuso, ya que en muchas ocasiones es la delgada línea que los separa la que puede marcar la diferencia entre un consumo consciente y responsable y una adicción.
En primer lugar me gustaría destacar que ninguna conducta que afecte de forma negativa al sistema biológico, psicológico y/o social de una persona es positiva y deba fomentarse. Sin embargo, tampoco es positiva la negación absoluta ante el consumo de drogas. No se puede generalizar a la hora de hablar de estos temas, y menos aún cuando es un tema tan delicado y una problemática tan grande para muchas personas, sin embargo creo que es posible trabajar para el consumo responsable.
Entiendo como consumo responsable, aquella actitud que ante la evidencia de la existencia de las drogas y su incidencia sobre la población apuesta por la información y la reducción de riesgo como la mejor herramienta para enfrentarse al consumo de drogas. Se trata de una forma de intervenir de una forma más cercana a la realidad siempre y cuando no exista una dependencia de la sustancia, ya que en ese caso, no es posible trabajar para un consumo responsable, sino para desintoxicación y la deshabituación de la sustancia y la convivencia diaria con una adicción y su existencia en la realidad social.
Por eso mismo es importante diferenciar entre el uso y el abuso, entre el consumo y la dependencia, ya que no se puede intervenir de igual forma ante una problemática cada vez más dinámica, con nuevos perfiles, tipos de consumo, etc. Ante una nueva realidad, también hay que buscar nuevas estrategias para intervenir educativamente. En la actualidad, no nos enfrentamos ante el perfil de una persona marginada con un consumo abusivo de drogas como la heroína y su consecuente deterioro físico tan visible y “estigamtizable” por la sociedad. Ahora muchas personas consumidoras están completamente integradas, social, familiar y formativo o laboralmente. Es más difícil identificar una situación de consumo de riesgo. Por ello creo que la reducción de riesgos y daños es un filón importante en el que trabajar, coexistiendo con otros recursos igual de importantes, pero que dejan fuera a muchas personas. Desde esta perspectiva se integran con medidas que tienen una mayor incidencia que las campañas de prevención y que a la vez permiten intervenir con una determinada población diana que queda excluida de otros recursos por no adecuarse a su perfil y sus necesidades.
A continuación os dejo un video de una asociación (Energy Control) que realiza intervenciones de tipo preventivo enfocadas a un consumo responsable y la minimización de riesgos como ejemplo de la diversidad de estrategias a utilizar para llegar a la población destinataria de forma más cercana y en los lugares donde se produce el consumo.
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