miércoles, 11 de mayo de 2011

2/3/2011 Violencia de género

La violencia de género se entiende como todo acto de violencia que tenga como resultado el daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, así como amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad del hombre hacia la mujer. De esta definición tenemos que partir del análisis del género como concepto en sí.

El género es aquel conjunto de roles socialmente determinados (mujer y hombre), asociados a un determinado sexo biológico (femenino y masculino). La importancia de este concepto radica en que en muchas ocasiones, la percepción tradicional de los roles y las responsabilidades de las mujeres, las sitúa a un nivel inferior que a los hombres, por lo que esta idea de superioridad y hegemonía de la autoridad del varón subyace a muchas situaciones de violencia de género.

Este tipo de violencia se genera en el ámbito doméstico, es decir es ejercida por el marido o la pareja de la mujer. Sin embargo el concepto de violencia doméstica abarca, tanto la violencia del hombre a la mujer como de la mujer al hombre, mientras que la violencia de género, solamente contempla la dirigida al sexo femenino, ya que parte de la concepción de ser un tipo de violencia que tiene como víctima a la mujer por el simple hecho de serlo.

Son muchas las razones que pueden llevar a una mujer que sufre el maltrato a aguantar esa situación. Existen diferentes teorías que intentan explicar el por qué y una de las más importantes es la de el Ciclo de la violencia. Dicha teoría consiste en tres fases: la primera llamada de acumulación de tensión, comienzan los conflictos en la pareja y se producen cambios repentinos e imprevistos en el estado de ánimo del agresor, comenzando las reacciones agresivas a sus frustraciones o ante cualquier señal de independencia que manifieste la mujer. La segunda fase recibe el nombre de explosión de la violencia y surge tras la tensión acumulada en la fase anterior surgiendo la violencia de distintas formas e intensidad. La última fase recibe el nombre de luna de miel, siendo la fase de manipulación afectiva en la que disminuye la tensión, el agresor pide perdón, reconocer su culpa y promete que no volverá a suceder. Resurge así la relación, pero sólo como una etapa que volverá a la acumulación de tensión.

Existen otras teorías que explican la posible aceptación de la mujer de la situación de maltrato, a la vez que junto a la teoría anterior, aparecen nuevas formas de violencia que consolidan el sistema de domino del agresor. Algunas de estas teorías son la Teoría de la unión traumática, en la que el agresor fomenta la dependencia de su víctima, haciendo que poco a poco esta se vuelva más sumisa y llegue a sentirse identificada con el pensamiento y las acciones del maltratador. También podemos destacar la teoría del síndrome de acomodación al abuso que explica como las personas que han convivido con situaciones de violencia llegan a interiorizarla como un patrón normalizado de conducta, pudiendo desarrollarse en el futuro tanto en el agresor como en la víctima, considerándose un factor de riesgo en la infancia.

Una vez explicadas las distintas teorías de cómo se puede generar la violencia de género también hay que diferenciar entre las tipologías de maltrato, es decir, los actos o conductas que se consideran violencia de género. Encontramos los siguientes:

  • Abuso físico: cualquier muestra de agresión que implique golpes.
  • Abuso emocional, verbal o psicológico: es aquel en el que el agresor aísla, controla, prohíbe, rebaja la autoestima, culpabiliza, humilla, ridiculiza, insulta, amenaza a su víctima.
  • Abuso sexual: Se basa en comportamientos tales como: exigir verbalmente relaciones sexuales, castigar a la mujer si no accede a ellas, introducción a la fuerza de miembros corporales u objetos en la vagina o en el ano, obligar a la mujer a practicar una felación, a ver pornografía, a adoptar posturas degradantes.
  • Abuso ambiental: Es el resultado de destruir el entorno, golpear y romper objetos, esconder o romper los objetos de trabajo o de estudio de la mujer, no respetar su correo, arrojar sus cosas a la calle, impedir el descanso.
  • Abuso económico: Consiste en conductas tales como: limitar o retener el dinero, ocultar ganancias, no proveer a las necesidades de la familia proporcionalmente a los ingresos, tomar decisiones unilaterales en cuanto a gastos considerables, obligar a justificar gastos, ocultar bienes gananciales.
La violencia de género provoca efectos en la salud de cualquier mujer que la sufra desde una perspectiva completa del concepto de salud. Es decir producirá efectos sobre el estado físico, psicológico y social de la persona. Desde esta última perspectiva, siendo este nuestro ámbito de trabajo, la salud social de una mujer víctima de violencia de género se pueden producir el aislamiento, la desconfianza, la desvalorización la pérdida de la identidad personal, la dificultad para establecer relaciones sociales en el futuro y/o el desarrollo de sentimientos de culpa y vergüenza que conduce al ocultamiento con la consiguiente falta de acceso a el apoyo y los servicios institucionales. Hay que hacer una mención especial (desgraciadamente) al efecto social de la presencia de menores en situaciones de violencia de género, ya que es un factor de riesgo para el desarrollo futuro de conductas relacionadas con la violencia, ya sea como víctima o como agresor.

¿Cómo se está interviniendo con este colectivo?

La intervención se desarrolla a través de diferentes niveles y áreas de actuación. En primer lugar, respecto a la prevención, se desarrollan estrategias para la igualdad de hombres y mujeres así como sensibilizar a la población en general, en la visibilización del problema para la identificación y denuncia de situaciones de violencia de género tanto como actores como observadores.

En segundo lugar, la intervención más directa respecto a las víctimas de violencia de género se puede distinguir entre la intervención asistencial que abarca desde el ámbito económico como el social, el psicológico y el jurídico como la intervención educativa, el empleo y el desarrollo de las relaciones sociales y redes de apoyo.

También es importante destacar la intervención que se debe llevar a cabo con el maltratador, ya que, en este caso predomina la perspectiva psicológica y educativa, no asistencial. Por ello es importante, siempre y cuando la mujer exista un buen sistema de protección a la mujer que sufra maltrato de género, trabajar con el maltratador, ya que es la raíz de donde surge la violencia de género y por lo tanto, se puede erradicar el problema de fondo.

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